Un día entré a mi habitación y en ese momento entró a su celular un mensaje de la otra mujer, ahí fue cuando descubrí todo porque era una compañera de trabajo que siempre fue su amiga y me sorprendió que le escribiera porque ya no me hablaba de ella. Cuando miré su mensaje fue que sentí, como el alfarero y el barro, yo soy el barro que sintió el dolor que se experimenta cuando se echa a perder. Desde allí me di cuenta de que Dios estaba conmigo cuando escuché esa oración donde me mostró toda la verdad. Con lágrimas y dolor agradecí a Dios por lo que me estaba pasando, el Espíritu Santo me consoló, sentí por segunda vez, cómo mi Esposo Celestial estaba allí en ese momento, fue una experiencia única.
Quiero animarte a que vengas aquí todos los sábados para compartir tres cosas por las que estás agradecida, relacionadas con la semana pasada. Así es como convertimos el agradecimiento en un hábito, lo que por supuesto cambia la vida