Cuando dejé mi iglesia, al inicio de mi camino de restauración el año pasado, no les voy a mentir: ¡tenía miedo! Me preguntaba una y otra vez: ¿cómo conocerán al Señor mis hijos? Sabía que mis antiguos métodos, llenos de culpa y condenación, no funcionarían, y sobre todo, ¡ya no quería usarlos jamás! Dios me estaba cambiando con amor y paciencia, entonces ¿cómo podría yo actuar de otra manera con ellos?
Una pregunta que ha llegado a mi mente últimamente, he estado siguiendo el plan de lectura de la Biblia en…