Mi Corazón estaba desviado

Queridas

Lamento postear este testimonio de alabanza tan tarde pues Sus misericordias se renuevan cada mañana pero yo me he tardado en escribirlo a tiempo. Sin embargo, Él permanece fiel y no se olvida de mi… Esa si es mi verdadera fortuna.

Hoy quiero alabar a mi Padre Celestial por su infinita bondad, amor y misericordia. Él me ama con todo y a pesar de mi imperfección, de las palabras necias que dije en contra de la maternidad en mi juventud, mis pensamientos negativos, mis acciones tendientes a evitar un embarazo e incluso con mi corazón incorrecto sobre dejar ‘todo’ por los hijos y otras cosas más… me ha sido dado el regalo, el premio y la bendición de ser mamá.

Este testimonio empieza varios días atrás durante el tiempo de mi embarazo. Yo oré y creí que Él estaría conmigo de principio a fin para el momento del alumbramiento. Leí los recursos sugeridos del ministerio y abracé sus promesas, esas palabras que tuvieron sentido en este momento en particular. Cuando llegó el momento, me presenté en la clínica para un control pero esa mañana Él me avisó en mi corazón que tendría que quedarme en la clínica después de la cita… Tal cual sucedió. En el control con la especialista nos tomaron un ultrasonido al bebé y a mí y nuevamente aparecieron palabras desalentadoras respecto al crecimiento del bebé. Entonces, literalmente sentada en la sala de espera de y con Dios, me dispusé a conversar con Él, derramando lágrimas de agradecimiento pero también de temor. Son palabras que nadie quiere oír…

Mi Esposo Amado nunca me abandonó. Siempre estuvo ahí. Me maravillé con las palabras de ánimo que me enviaron amigas quienes no sabían que yo estaba ahí en la clínica. ¡Solo Dios podía ponerles ese sentir! ¡Cómo más podrían saberlo! Es que he aprendido a no contarle a nadie, a no ir nadie, a no recurrir a nada, solo Él.

Pasaron largas horas esperando: oraba, hablaba con Él, leía Su Palabra, escuchaba música, repetía una y otra vez Sus promesas que tengo anotadas en una libreta que es de los dos y volvía a leer… Él sabía que necesitaba aquietarme. Me sorprendió hermosamente con una promesa:

Job 8:7 RVR1960
[7] Y aunque tu principio haya sido pequeño, Tu postrer estado será muy grande.
Hermosas

¿Quién si no Él sabía sobre un estado inicial pequeño, insignificante e insuficiente(en palabras médicas)?
Además, era necesario recibir tal palabra y después comprobaría por qué.

Alabado sea quién sabiendo mis temores, necesidades y debilidades, tiene la Palabra precisa. En ese momento tenía miedo naturalmente pero elegí confiar y avanzar. No podía callar las palabras médicas en mi mente pero si podía elegir que hacer con ellas. Dije “el médico dice esto pero creo en lo que tú dices que es y será.” Creo que eso me ayudo a soltarme en Sus brazos.

Pasé esa noche en el hospital totalmente incomunicada. Que maravilla fue quedarme sin celular esa noche. Solo tenía guardado en el corazón lo que Él me había dicho. Y contrario a todo, pude dormir y descansar en Él.

A la mañana siguiente, el 4 de marzo fui inducida al trabajo de parto. Para mi era un día cualquiera en el calendario. Ese mismo día hacía 2 años, también estaba en el hospital en la sala de urgencias por el sangrado en mi segundo embarazo, el cual resultó en un aborto espontáneo. ¡¡No era una casualidad!! Era Su misericordia. Él iba a borrar esa triste fecha de mi memoria con la bienvenida de mi tercer bebé…

Las palabras no pueden explicar ni expresar suficientemente lo que experimenté justo ese día. Una montaña rusa de emociones… Pensé que sería un parto sobrenatural porque realmente en eso creía. Sin embargo, Él hace como quiere.

Primero, me aferré a la idea de un parto sobrenatural. Luego creí en la libertad respecto al diagnóstico médico sobre mi bebé y quise una experiencia ‘superior’… Pero lo que Él me mostró es que mi corazón estaba desviado: quería más de lo que Él puede hacer que a Él mismo en sí. Por consiguiente, el parto no fue sobrenatural, no porque Él no fuera capaz o porque no quisiera dármelo sino porque yo lo deseaba más que a Él, razón por la cual me lo negó esta vez. Me aferré a lo que Él podía hacer y no a Su amor. Por eso me dolió más el corazón que el cuerpo…

Aprendí tanto de Su misericordia. En medio de mi debilidad se quedó conmigo. En medio del dolor físico, Él ha sido mi escudo. En medio de las circunstancias, Él ha sido el consuelo de mi alma. Y aunque fallé, no se fue. Lo alabo porque si bien experimenté un dolor considerable, al tener al bebé entre mis brazos pude literalmente gritar “Alabado seas” y comprobar que Él es superior en todo. También, lo alabo porque en efecto su inicio fue pequeño pero con el paso de los días se ha fortalecido y sigo pensando que es una creación maravillosa y perfecta a la medida y talla que Él sabía que yo podría parir, que pasaría por el canal y que yo podría soportar.

Él es digno de ser exaltado. Él conoce mi corazón. Sabía que no está lista en mi espíritu y aunque una nube de confusión quiso nublar el hecho de que Él estaba en control, me sacudí y empecé a enumerar las bendiciones.

Bellas las animo a buscarlo a Él por quien es y NO por lo que tiene para ofrecernos o darnos. Hoy sé que mi corazón ha vuelto a ese lugar seguro, que me he propuesto amarle y continuar conociéndolo y que no importa lo que yo haga o deje de hacer Su amor es interminable, infinito y real.

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