Alabado sea el Amado, quién en su misericordia me llevó de nuevo a sus brazos.
En días pasados había estado muy desanimada, viendo que mis circunstancias cada día son peores (según yo) y eso me hizo centrar mi mirada en mi alrededor, llegó un momento en el que me sentí muy abrumada y me porte como una mujer necia, contenciosa, egoísta, y etc. Llegue al punto de pedirle el divorcio a mi esposo (en tres ocasiones distintas), porque me sentía sin esperanza, sin fe. Así literal, y saben no escuchaba la voz del Señor, lo sentía tan lejano, tan distante, comencé a quejarme y a creer que el Señor bendecía a “mis enemigos” sentía que ya no podía más.
Así estuve en esa batalla, oraba pero sentía mi corazón endurecido, empecé a sentirme muy mal físicamente, primero del estómago, la comida me hacía daño, hasta el día lunes que me levante con un dolor terrible en la boca del estómago, me doblaba del dolor. Ahí tirada en mi cama le reclamaba al Señor y en eso pude entender el porqué de mi malestar, estaba enojada, había falta de perdón en mi corazón y eso empezó a alejarme del Señor, no me di cuenta cuando pasó, me descuide y todo se fue haciendo más grande, llegue a sentirme molesta con el Señor, y se los confieso porque se que ya fui perdonada, me avergüenza, pero al reconocer que estaba enojada con el Señor porque todo iba peor, el dolor que me tenía en cama se me quitó y después leyendo Salmos, me fue revelada esa palabra: “Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día” Salmo 32:3.
Así fue, es duro reconocer que estamos molestas con el Señor, pero aunque no lo digamos, Él sabe lo que hay en nuestro corazón. Ahora que confesé mi pecado, me siento mejor, he podido volver a sentirme cerca del Señor. En esos momentos de terrible contención incluso le exigí a mi esposo que me bloqueará de WhatsApp y Facebook, y le dije que no quería volverlo a ver, que no volviera a entrar a mi casa. Obviamente cuando volví a esa cercanía con el Amado, me di cuenta del mal que había hecho, y me humillé delante del Señor, me arrepentí profundamente en mi corazón por mi necedad y rebeldía, y le dije al Señor, que aceptaba las consecuencias que mis actos pudieran tener, y le dije Señor ya no puedo más, tiro la toalla a tus pies, haz lo que tengas que hacer en mi, cámbiame a mi, no a mis circunstancias, hazme de nuevo, esta vez en verdad me rendí a sus pies, fue muy diferente a otras ocasiones en que creía que lo había hecho, me di cuenta que seguía peleando en mis fuerzas por eso me agote y Gloria a Dios!
Ahora que ya no soy yo quien va a luchar, ahora de verdad puse todo en manos de mi Amado, me di cuenta que yo seguía juzgando a mi esposo, y que algunos de mis comentarios solo eran para intentar manipularlo, para hacerlo sentir mal, para que recapacitara, me di cuenta que en estos dos años desde que entré al ministerio, seguía siendo controladora, manipuladora y chantajista, aún con el Señor, esperando que Él hiciera las cosas a mi manera, ahora me di cuenta del pecado oculto de mi corazón, y que aunque decía que ya había perdonado no era cierto, aún hay zonas sensibles, me llevó dos años y mucho dolor darme cuenta de que no me había rendido de corazón a mi Dios, pero le doy Gloria a mi Amado, porque por fin lo he hecho.
Días después mi ET vino a casa porque mi hijo tuvo junta, y el Amado me dio la oportunidad de CONFESAR y PEDIR PERDÓN, fue muy duro para mí hacerlo, pero el Señor quebrantó el orgullo y la soberbia que había en mi. Y saben al final, antes de irse mi ET me dijo que yo estaba madurando, y me dio un abrazo muy fuerte. ¿Quién si no el Amado, iba a cambiar la percepción de la mujer horrible que fui ante mi ET?. Solo mi Amado en su amor y misericordia enderezó lo que con mi rebeldía, falta de perdón, orgullo y manipulación torcí.
Alabado sea por siempre y para siempre nuestro Amado!
Sus Promesas
Todo valle será rellenado, toda montaña y colina será allanada. Los caminos torcidos se enderezarán, las sendas escabrosas quedarán llanas. Lucas 3:5 NVI
~ Johanna