Nada es imposible para Dios

La Promesa del día: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito.” Romanos 8:28

Gracias Dios por tu misericordia en mi vida y en la vida de mi familia, gracias por estar siempre con nosotros, por escucharnos y protegernos, te pertenecemos.

Hace 7 años me separé del papá de mis hijos cuando yo era una mujer necia y contenciosa y derribé mi casa con mis manos. Actualmente Dios está obrando en mi vida y en la vida del papá de mis hijos para lograr restaurar nuestra familia en Cristo Jesús.

Durante todos estos años el papá de mis hijos no había querido hablar conmigo, ni siquiera voltearme a ver. Cuando nos encontrábamos de frente, él se ponía unos lentes oscuros y evitaba voltear hacia mí. Me colgaba el teléfono o me daba evasivas para hablar conmigo, y lo mismo pasaba con los mensajes de texto, siempre me ignoraba.

Hace dos días llevé a mi hija adolescente a una cita médica, al salir mi auto estaba siendo infraccionado por no pagar el parquímetro, al hablar con el policía que me levantó la infracción me indicó que además tenía otra multa anterior. Así que debía pagar ambas multas en ese momento para poder liberar mi auto.

Era sábado a mediodía, fue difícil encontrar primero un local de internet para imprimir la multa anterior, después fue difícil encontrar en dónde pagar ya que en ningún establecimiento recibían tarjeta, sólo efectivo. Los bancos estaban cerrados por ser sábado. Yo me encomendada a Dios y ponía todo en sus manos porque cada vez me topaba con más adversidades.

Intenté disponer de efectivo en un cajero automático y me marcó “Fondos Insuficientes”, en ese momento me desbaraté, me caí y comencé a llorar sin parar llena de frustración al no poder solucionar nada.

Tuve el impulso (o salto de fe) y le llamé por teléfono al papá de mis hijos para pedirle ayuda. Su respuesta fue inesperada ya que yo asumí (creyendo las mentiras del enemigo) que él me colgaría el teléfono o me diría que estaba ocupado y que él no podía hacer nada.

La maravillosa sorpresa que Dios me dio, fue que después de escuchar todo mi relato el padre de mis hijos me dijo: bien, espérenme afuera del consultorio médico, voy para allá a llevarte el dinero. Mis lágrimas regresaron a su lugar en ese momento, mi corazón latió tan fuerte y mi mirada volteó hacia el hermoso cielo de ese medio día para dar gloria a Dios.

El papá de mis hijos llegó como acordó y pagó las multas y además compró las medicinas de nuestra hija. También Dios nos dio la oportunidad de caminar varias calles los tres juntos en familia e ir platicando de cuando nuestra hija era más pequeña. Lo vi sonreír, lo vi contento y con decisión.

Ese día el papá de mis hijos me volvió a mirar a los ojos en todo momento, no evadió mi mirada ni mi plática, ni se puso los lentes de sol para no mirarme. Agradezco a Dios por haber iluminado el corazón del papá de mis hijos y que juntos Dios y mi familia dimos un gran paso adelante en la restauración de mi familia y le dimos un revés al enemigo.

Gracias Padre hermoso de misericordia. Mi mirada está puesta en ti, soy tu instrumento. Mi vida y mi familia te pertenecen

Sus Promesas:          

"Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón". Salmos 37:4 

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